La Campaña del Lazo blanco nace en Canadá. En dicho país, a fines de los 80, un hecho -como en España el caso de Ana Orantes-, conmocionó a todos: el 6 de diciembre de 1989 fueron asesinadas 14 adolescentes por el solo hecho de cursar una carrera destinada a hombres. El asesino, al grito de "feministas", se introdujo en la facultad y las mató. A partir de esa fecha un grupo de varones pensó que tenían la responsabilidad de implicarse, e implicar a otros hombres, en hacer algo para que cosas así no sucediesen más, y lo primero era dejar de permanecer en silencio.
En España, 1.200 hombres son denunciados cada mes por maltrato. Cada semana un varón (compañero o ex-compañero sentimental de una mujer) comete contra ésta asesinato. El 20% de los hombres españoles provocan con su maltrato daños a la salud física y mental de las mujeres.
Hay un número estremecedor de hombres que comete actos de violencia contra las mujeres que, según ellos, aman. Actos de violencia que incluyen agresiones físicas y sexuales, acoso sexual, maltrato psicológico o emocional.
En 1999, varias asociaciones de mujeres y varones en Europa se propusieron, desarrollar la Campaña del Lazo Blanco en varios países de la UE. Esta Campaña, se presenta en Granada promovida por el Forum de Política Feminista y la Concejalía de la Mujer del Ayuntamiento de Granada.
La Campaña del Lazo Blanco te pide que no te quedes callado, sino que denuncies, y desafíes a otros hombres a examinar sus actitudes hacia las mujeres. Un hombre que guarda silencio ante la violencia contra las mujeres es parte del problema.
Es responsabilidad colectiva de los hombres hacer algo al respecto. Para ello, se necesita cambiar las actitudes negativas, los comportamientos y las instituciones que permiten a los hombres cometer actos violentos. Tenemos que enseñar a nuestros hijos, por ejemplo, que todas las formas de violencia son inaceptables, y que para ser un hombre no se necesita controlar o dominar a las mujeres (o a los niños, o a otros hombres).
La Campaña del Lazo Blanco se inicia en Granada a través de la firma de un manifiesto y el reparto de lazos blancos. Llevar el lazo blanco no significa un acto de culpabilización hacia los varones, ni un certificado de calidad que presentara al que lo lleva como mejor persona. Ni se lleva para salir en la foto. Llevarlo significa aceptar el compromiso personal de no cometer, permitir, ni silenciar la violencia contra las mujeres.
Llevarlo, también ES UNA INVITACIÓN de hombre a hombre.
M A N I F I E S T O: Hombres enfrentándose a la violencia contra las mujeres
Yo, como hombre que sabe de la amplitud y gravedad del problema de la violencia masculina hacia las mujeres, y que asume la filosofía del respeto e igualdad de derechos entre mujeres y hombres, estoy dispuesto a :
Comprometerme en la lucha por la erradicación de la violencia doméstica, a través de una postura activa en mi vida personal, laboral y social.
Para ello me propongo:
- Decir No a todo ejercicio de la violencia física, psicológica, emocional, o de cualquier tipo contra las mujeres.
- No ser tolerante, cómplice silencioso, o justificador de dicha violencia. Denunciar públicamente el problema y a quienes ejercen violencia.
- Proponer el debate sobre la violencia en todos los ámbitos de mi vida cotidiana.
- Cuestionar y modificar el modelo machista tradicional que he recibido y que nos ha enseñado que ser hombre da algún tipo de derecho o autoridad especial sobre las mujeres, y que la única emoción que se puede manifestar sin avergonzarse, es la agresividad. El sexismo conduce a producir daño a las mujeres y además impide a los hombres ser emocionales, empáticos y cuidadosos, deshumanizándolos.
- Reflexionar sobre mi propio comportamiento, estar alerta y ser crítico frente a los múltiples medios que uso y usan otros hombres para controlar y dominar a las mujeres.
- No aprovecharme de mi fuerza, ya sea física, social o de personalidad para imponer mis deseos o descargar tensiones sobre las mujeres. Ni permitir que otros hombres lo hagan.
- Aprender a negociar, reconocer los errores y resolver pacíficamente los conflictos, ya que la violencia nunca puede ser un recurso válido ante ninguna situación con una mujer.
- Apoyar a las mujeres en sus luchas contra la violencia y solidarizarme con las mujeres víctimas de la violencia doméstica.
- Procurar organizar en mis lugares de estudio, trabajo y ocio, reflexiones, discusiones o actividades entre hombres, destinadas a erradicar la violencia masculina.
- Luchar para que se cuestionen en la educación los conceptos de la masculinidad tradicional violenta, tanto en los centros de enseñanza, como en la familia y los medios de comunicación, para evitar que los modelos que originan la violencia se sigan reproduciendo.
- Reclamar a los poderes públicos para que las leyes contra la violencia existan, sean efectivas y se cumplan.
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