José Guerrero: Expansión
El Centro José Guerrero cumple 25 años desde su apertura al público. Coincidiendo con la efeméride los herederos del artista han ampliado la Colección sobre la que se sustenta el museo con un importante conjunto de piezas que completan y enriquecen la presencia del artista en la ciudad que lo vio nacer. La Colección del Centro se ha visto incrementada con series de dibujos, monotipos,
frescos portátiles, collages y otras técnicas que abarcan toda la trayectoria de Guerrero, permitiendo un mejor conocimiento de su legado. Para dar a conocer esta ampliación se ha seleccionado un conjunto variado que se muestra junto a obras emblemáticas a las que aportan contexto.
De la etapa inicial del pintor en los años cuarenta se suman nueve acuarelas y dos cuadernos con dibujos realizados durante su estancia en Bruselas y Amberes, así como una serie de dibujos de escenas portuarias londinenses en la que se aprecia la progresiva depuración formal que le llevaría a la abstracción. No fue, sin embargo, hasta comienzos de los cincuenta, tras su llegada a Nueva York, cuando abrazó decididamente esta. Y para ello fue importante la experimentación que llevó a cabo en el taller de Bill Hayter, como muestran los grabados y monotipos de los que dispone la Colección del Centro. En paralelo, Guerrero experimentó también con la pintura mural y realizó lo que denominó
frescos portátiles, como los que presentamos en esta ocasión.
La inmersión en el expresionismo abstracto que siguió lo mantuvo ocupado hasta mitad de la década de los sesenta, época en la que paulatinamente su memoria española, deliberadamente contenida, se fue imponiendo. De entonces data la serie de treinta y nueve dibujos realizados en un viaje por Andalucía recientemente incorporados, en los que retomó la figuración, pero ya muy estilizada y con recursos aprendidos en su ejercicio abstracto.
En los años posteriores, el artista comenzó a incorporar a un espacio pictórico mucho más construido objetos reales como las carteritas de cerillas, que darían lugar a la serie de las
Fosforescencias. A la Colección del Centro se agregan collages y pequeñas esculturas donde se ve cómo se servía de la realidad para estimular su imaginario. Pero Guerrero no se conformó con esquematismos rígidos y siguió experimentando en pos de un sistema formal propio, para cuya evolución se volvió a servir de collages a lo largo de los años setenta. Finalmente, los grandes lienzos de los años ochenta representan su despojamiento hacia el color puro y la luz. Esas obras se complementan con nuevos cuadernos y una serie de dibujos realizados en su etapa final.