Viajero incansable, Max Moreau encontró su inspiración no lejos de la plaza de San Nicolás, en la intimidad de su casa en la que hoy se puede admirar la selección de las obras que donó a la ciudad, en las que se aprecian las técnicas y temas más frecuentados por el artista, así como su vinculación al teatro en el que intervino como actor, autor, músico y escenógrafo en distintas obras. El lugar más entrañable es, sin duda, su estudio que se ha conservado tal y como el propio pintor lo dejó: el caballete que su padre le hiciera y regalara a la edad de doce años, junto a la ventana; el piano con sus partituras, la colección de objetos orientales... | |
En otra de las salas, es la biografía del pintor la protagonista, con un recorrido fotográfico en el que se puede seguir su apasionada e interesante vida. Y, en el exterior, la azotea, el jardín y el estanque, y las hermosas vistas a la Alhambra, más razones para entender el universo íntimo de un belga que, enamorado de Granada, quiso quedarse para siempre en su corazón. |
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