Descripción: | Difundida representación mariana de la iconografía de la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen, aparece Ella ocupando con especial vehemencia toda la composición verticalizante que nos ocupa, recortada sobre un fondo pictórico neutro en el que los tonos dorados, reflejos de intensidades lumínicas son la nota predominante. El tema en cuestión, el descenso al plano terrenal de María, toda vez que ya ha sido glorificada por la Trinidad, y encarnada como modelo físico de pureza y virtudes, se fija en los precedentes pictóricos granadinos, que alcanzaron un notable predicamento en el barroco. Se apoya en una peana en forma de globo terráqueo, parcialmente ocultado por la túnica blanca con filamentos dorados de la Virgen. Queda flanqueada por una pareja de ángeles, que cada uno, a su lado, sostienen símbolos referentes a su condición virginal, inspirados en las letanías lauretanas. Los querubines, con paños de pureza encarnados y de rolliza anatomía, trazan unos escorzos dinámicos y portan en una de las manos, ramos de azucenas o lirios blancos. El de la derecha del espectador, recostado sobre una nube que tapa todo el ángulo inferior de dicho lado, soporta además una pluma y le atraviesa el torso desnudo, una banda de tejido. En el plano superior, contorsionadas cabezas de ángeles flanquean a María, entre trazos que simulan cortinas de nubosidad. Un haz lumínico rodea la testa de la Madre de Dios, joven, de serena gesticulación, cabello liberado en pulseras, manos unidas en actitud orante a la altura del pecho y un manto celeste, que termina por definir la iconografía, de vuelo pronunciado y que serpea alrededor del talle y el cuerpo en general, con una cenefa de ancho encaje dorado. El lienzo, posee un marco de madera tallada con decoraciones vegetales, sobredorada con distintos acabados de bruñido el oro. |