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AGRUPACIÓN DE VOLUNTARIOS

Revista GR-0: número 5
Sección10 Rincón literario
TítuloLas dos sortijas
Un acaudalado hombre de negocios murió dejando una considerable fortuna. Sus hijos se la repartieron por igual. Pero después de cierto tiempo se halló un paquetito que había sido celosamente guardado por el difunto. Al abrir dicho paquete, encontraron dos sortijas. Una lucía un maravilloso diamante, la otra tan sólo era de plata. El mayor nada más verlas pensó que pertenecían a los antepasados y que por eso el padre no las metió en la herencia. El primogénito lleno de avaricia dijo: «como soy el mayor en justicia me corresponde la sortija de diamantes». –De acuerdo- repuso el menor. Se tu feliz con la sortija de diamantes que yo lo seré con la de plata.
Cada hermano se colocó en el dedo la sortija correspondiente y cada uno de ellos emprendió su vida por separado. Al poco tiempo, el menor comenzó a preguntarse por qué su padre guardaría con tanto empeño esta sortija con tan poco valor, comenzó a examinarla con detenimiento y al hacerlo en su interior pudo leer:
«ESTO TAMBIEN CAMBIARÁ»
Bueno –se dijo- este sería el MANTRA de mi padre.
Transcurrió el tiempo. La vida siguió el curso para ambos hermanos, con sus inevitables fluctuaciones. Vinieron los buenos y los malos momentos; los favorables y los desfavorables. El placer y el dolor. Esos cambios comenzaron a desequilibrar al hermano mayor, que se exaltaba fácilmente cuando las circunstancias eran favorables y se deprimía cuando eran adversas. Todo esto le causaba desequilibrio con lo que comenzó a tomar pronto somníferos y a asistir a psiquiatras, terminando perdiendo el control de su vida. ¿De qué le servía tener una maravillosa sortija de diamantes?.
Para el pequeño también había momentos buenos y malos; alegrías y sufrimientos; situaciones plácidas y dolorosas, pero siempre tenía presente la inscripción de la sortija de su padre: “Esto también cambiará”. De ese modo mantenía una actitud ecuánime y equilibrada, el ánimo siempre presto. No se apegaba a lo placentero y no tenía aversión a lo desagradable. «Esto también cambiará». No se exaltaba no se deprimía. Estaba siempre en paz y armonía.

La enseñanza del cuento es: “no te aferres al disfrute, no odies el dolor. Mantén la mente firme ante el placer y ante el sufrimiento, el encuentro y la pérdida, el triunfo y la derrota, el halago o el insulto. Recuerda: «ESTO TAMBIEN CAMBIARA».

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