Ayuntamiento de Granada
Plan General de Ordenación 2001
Memoria

3. ASPECTOS ECONÓMICOS Y SECTORIALES: LA COMARCA. BASES ECONÓMICAS.
3 ASPECTOS ECONÓMICOS Y SECTORIALES

A. LA COMARCA. BASES ECONOMICAS

1 Respecto a la evolución de las bases productivas granadinas, la mayoría de los estudios consagrados al tema han llegado a idénticas conclusiones (que enumeramos a continuación). Destaca, en primer lugar, el aprovechamiento de los recursos agrícolas de la vega granadina, en un ciclo largo que ocupa tanto la fase preindustrial como la industrial (y que ha dejado de rendir en una fase ulterior postindustrial). En efecto, la dependencia de la ciudad del espacio agrícola circundante, no estuvo limitada exclusivamente a la explotación directa de la vega, aunque sabemos que durante las fases islámica, moderna y gran parte de la contemporánea, las fajas urbanas periféricas alojaban una población cuyo sustento radicaba en la explotación directa de terrenos agrícolas. Es decir, se puede afirmar que, durante toda la época histórica, Granada no obedeció al modelo de agrovilla, esto es, de asentamiento urbanizado dependiente de la explotación directa de los terrenos agrarios. De hecho, el peso del sector primario en el volumen de actividades económicas de la ciudad, no fue sino inferior al de las actividades artesanales, comerciales y de transformación.

Hay que entender, por tanto, la relación entre el aparato productivo urbano y los usos agrícolas de la vega desde otro enfoque más amplio. Este otro enfoque está relacionado con un hecho que describiremos más abajo, y que ha sido definido desde la centralidad que en el sistema regional (y en ciertos momentos supraregional) ha ejercido Granada. La relación, pues, que el aparato productivo granadino ha tenido con el aprovechamiento agrícola de la vega ha estado definida por un reparto de funciones territoriales, según el cual, a la vega le correspondió el papel de suministradora de materias primas que eran elaboradas, o manufacturadas, o administradas en la ciudad. Es necesario aclarar esto último.

Por vega de Granada hay que entender no sólo el sector de terreno no urbano adscrito al término municipal granadino. Es una entidad geográfica, definida orográficamente como una de las depresiones que configuran el Surco Intrabético, que por la confluencia de dos factores ha facilitado su aprovechamiento agrario: su estructura edafológica, y la conveniente ordenación del sistema hídrico que la recorre, gracias a una eficiente red de regadío.

Pero, además, conviene resaltar que junto a la explotación agraria para el abastecimiento humano a pequeña y mediana escala, la vega se ha caracterizado por la implantación de cultivos industriales a gran escala. Brevemente se pueden reseñar tres de ellos: lino y cáñamo; remolacha azucarera; tabaco. Los cultivos de lino y cáñamo supusieron tras la decisión de la Corona, en las décadas centrales y finales del siglo XVIII, de impulsarlos con destino a la fabricación de las cordelerías de la Armada Real una revolución demográfica y agraria en la vega, cuyo resultado fue el desarrollo de gran parte de los asentamientos rurales enclavados en su suelo (así, por ejemplo Fuente Vaqueros). Ya con anterioridad, el lino y el cáñamo abastecieron telares situados en suelo granadino, como la desaparecida Casa de la Lona, propiedad de Orlando de Levanto elevada sobre los restos del palacio zirí. Respecto a la importancia de la remolacha azucarera y su trascendencia en la acumulación de capital que estabilizó a la burguesía urbana granadina, o en las transformaciones urbanas de la vieja medina musulmana (trazado de la Gran Vía de Colón), tan sólo indicar que marcó el comienzo y el fin de la revolución industrial en nuestra ciudad.

Como hemos indicado, la relación ciudad-vega estuvo construida sobre bases que asignaban a la ciudad un papel de centro de administración (ocasionalmente de transformación) de los cultivos destinados a la elaboración manufacturera o industrial, y a la vega de centro de explotación de materias primas. Pero, junto a esto, está el hecho, ya apuntado, de la centralidad de la ciudad en un sistema mayor, regional y supraregional. Esta centralidad se manifestó de maneras muy diversas, a veces, superpuestas históricamente, en la funciones urbanas que a Granada le cupo acometer. Primero está la función de capitalidad política del reino nazarí, título de reino que mantuvo de manera nominal hasta la reordenación provincial del primer tercio del siglo XIX. En segundo lugar, destaca la función administrativa. Esta se ejerció en tres esferas: jurisdiccional, administrativo-local y militar. Jurisdiccional con el traslado en los primeros años del siglo XVI de la Chancillería a su suelo, y que funcionó durante todo el Antiguo Régimen. Esto obligaba, ni más ni menos, a que todas la vistas habidas en la mitad meridional peninsular, se tramitasen en la audiencia granadina, lo que suponía una prestación de servicios por parte de la ciudad enorme (piénsese en las apelaciones que obligaban a pernoctar varios días en la ciudad y la red de establecimientos de albergue relacionados con esta actividad). En la administración local, la autoridad de la ciudad se hacía sentir a través de su corregimiento sobre varias poblaciones. Por último, en el terreno de la administración militar, su Capitanía General no era menos relevante en la prestación de servicios que la de la audiencia.

En suma, este repaso sucinto a las funciones urbanas ejercidas por Granada permite comprender la naturaleza de las bases materiales que han hecho posible su mantenimiento. Muy brevemente expuesta, la conclusión a la que se llega es que en Granada el peso de las actividades terciarias, servicios y administración, se han desarrollado desplazando a la función industrial (muy vinculada al tipo de explotación a gran escala del conjunto de la vega), y a la agrícola (radicada principalmente en los asentamientos de la región metropolitana, antes de que estos se convirtiesen en núcleos de habitación y suministradores de suelo residencial).

2 La estructura urbana de Granada asume a diario gran cantidad de movimientos generados, de un lado, por la actividad industrial de los pueblos del Norte (Maracena, Albolote, Atarfe, Pulianas) y de otro por la capacidad residencial de los municipios del Sur (Armilla, La Zubia, Cenes, Monachil). La atractiva oferta residencial de estos pueblos en relación a la capital, unida a las ventajas de confort ambiental de sus urbanizaciones han invertido la tendencia a la segunda residencia imperante años atrás. La comarca de Granada ha cambiado, pues, sus usos desde el agrario hasta el industrial, residencial o de servicios, generando las lógicas tensiones urbanísticas debidas a la necesaria reordenación territorial. La indudable jerarquía de Granada como ciudad cabecera de la comarca establece que la conformación de una adecuada red viaria y de un sistema de transporte alternativo a la misma se configuren como elementos clave de su ordenación territorial: pero también el abastecimiento y saneamiento de aguas, el aporte energético y los servicios adecuados educativos, sanitarios o culturales.

De todos los sectores productivos de Granada y su comarca, el 75% se dedica al sector servicios debido fundamentalmente al fuerte peso de las administraciones públicas en la capital. La potenciación del sector industrial y el reforzamiento de las bases en que se asienta todo el aparato productivo parecen quedar a expensas de iniciativas privadas procedentes de fuera de Granada. Pero para que este proceso dinamizador sea posible, será preciso por parte de las Administraciones un marco estable en materia de política de suelo que corrija en lo posible e impida en lo sucesivo la anárquica ordenación del territorio.

Como medidas de futuro, se impone la apuesta por el Campus de la Salud, con la potenciación de las actividades de investigación e I+D complementarias que conllevará. La creación de Parques Empresariales debe contribuir a establecer una base empresarial más sólida que fortalezca el sector servicios. Pero también la Vega de Granada debe reciclar sus tradicionales premisas agrícolas para sustituir el suelo destinado al cultivo no rentable por actividades productivas alternativas.

Así, se deberán implantar instalaciones industriales en la proximidad de las grandes infraestructuras de transporte, respetando los cultivos rentables de la Vega y con la adecuada protección al medio ambiente. El mejor aprovechamiento y dotaciones de los polígonos industriales existentes o la implantación de otros nuevos sólo será posible con el adecuado marco urbanístico y desde el estímulo de la iniciativa privada para aprovechar las posibilidades de crecimiento de la comarca de Granada.

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