Historia de un desencuentro



©Ayto.Granada: Historia de un desencuentro




























Nana Solana, 3 de Abril 2018

Llevaba toda la vida disfrutando de Granada, paseándola, viviéndola. Para mí, como granadina, era la ciudad de mis sueños y de los sueños de cualquiera. Pero llegó un día en que todo cambió, y se produjo el desencuentro. Aquel día en que me diagnosticaron la enfermedad que me dejó anclada en una silla de ruedas, me dí cuenta, de que esa ya no era esa ciudad que yo conocía y de la que estaba enamorada. Había dejado de ser la zona de confort en la que me había sentido tan cómoda.

Ella no había cambiado, seguía igual. Era yo la que ya no podía seguirle los pasos, ni seguir mirándola con los mismos ojos, porque me había quedado apartada de ella. No podía subir sus bordillos, en los que nunca me había fijado. Ya no podía depositar mis cartas en Correos, y me resultaba imposible tomar un refresco en aquellos bares en los que solía hacerlo. Ahora se me presentaba una ciudad llena de obstáculos, como retos desafiantes al quehacer diario.

Andar sentada en una silla de ruedas, en una ciudad que no es accesible, es como una estúpida aventura diaria, que te desgasta y te hacer ir odiandola cada día un poquito más. Yo sólo quiero hacer una vida normal, con las dificultades que sé que la vida tiene, pero no con aquellas que serían perfectamente eliminables. Hay tantas barreras que no se ven; en las que sólo reparas cuando tienes alguna discapacidad y que hacen lo cotidiano más difícil cada día, en cada pequeño movimiento o gestión que hacer.

Una ciudad accesible para todos, es algo más que un derecho reconocido en leyes nacionales, autonómicas y locales, que obligan a eliminar cualquier barrera arquitectónica de los espacios públicos y a que todos los que se vayan construyendo sean necesariamente accesibles a todos los ciudadanos. Pero a la vista está que deberíamos estar reivindicándolo cada día o resignarnos a que se haga realidad tan lentamente que no sea admisible.

Debemos ser conscientes de que cualquier persona puede sufrir una discapacidad a lo largo de su vida, y por tanto no es una reivindicación de un grupo más o menos numeroso de individuos, sino de toda la sociedad.

¿Nos deberíamos conformar con mirar con impotencia los escalones que nos impiden acceder a los lugares? ¿Deberíamos llorar mirando, y no pudiendo entrar, en aquel lugar al que los demás acceden sin dificultad? ¿Deberíamos buscar artimañas o trucos para salvar las barreras, o tal vez pedir constantemente ayuda para poder hacerlo?… ¡No creo que debamos resignarnos a todo esto!

Esta historia de desencuentro entre la ciudad y tantas personas como yo, debe terminar. Pedimos que se eliminen las barreras. Que las instituciones públicas de las que depende, no tengan que esperar a escuchar nuestros gritos, porque de ellas parta la firme convicción de que es un derecho y una obligación, hacer que una bella ciudad, sea además, amable para todos los que habitan en ella y cuantos la visitan.

Podría hacer una lista con cada obstáculo que me encuentro cotidianamente y que podrían fácilmente ser eliminados… y lo voy a hacer. Quiero hacerlos visibles a quienes no los notáis. Que hagáis el ejercicio mental de enfrentaros a ellos, e intentar salvarlos. Os sorprenderán muchos, y os hará preguntaros por ellos, y cómo no los habías observado hasta ese momento. Os aseguro que son muchos, y que costaría muy poco que dejaran de existir. Un momento de empatía y reflexión… sólo se tratará de eso.

Os invito a recorrer conmigo Granada y sus rincones, para realizar juntos la gincana que se nos presentará. ¡Sólo que no habrá premio! …..con poder llegar a nuestro destino, nos tendremos que dar por satisfechos, o no. Espero vuestra ayuda para conocer y denunciar todas aquellas barreras que nos podemos ir encontrando, en éste camino que realizaremos juntos.

Trabajar en la Oficina del Defensor de la Ciudadanía, me permite observar la realidad, no sólo desde mi propia perspectiva, sino de la que nos ponen de manifiesto la ciudadanía, y la voy a compartir con todos vosotros, ya que estoy segura de que tomareis conciencia, y así entre todos podremos cambiar la realidad, y conseguiremos una Granada bella y ejemplo de amabilidad para el resto del mundo.




Documentos adjuntos : Historia de un desencuentro

Publicado con fecha 03/04/2018