Apagados



©Ayto.Granada: Apagados














Manuel Martín García, 05/03/2018


¿Que cara se le pondría si, tras pagar un recibo, cualquiera de tantos como pagamos, la empresa a la que le ingresa el dinero, renuncie a prestarle el servicio que ha abonado? Imagine que a pesar del esfuerzo que supone saldar cabalmente cuantas facturas nos llegan al mes, esos pagos no redundarán en prestaciones a cambio. Imagine, que ya es mucho imaginar, que aún pagando el recibo de basura, el suministro de agua, de telefono, de luz, de butano o portería se encontrara sin recibir nada a cambio, pero los pagos al día.

Imposible ya no es nada. Hemos visto ya de todo a estas alturas. Esto de seguir pagando y no recibir servicio es común al parecer. Está pasando en Granada: desde hace ya algunos años, vecinos del distrito Norte viven a oscuras, como suena. Se las apañan así, con apagones constantes, puntuales, duraderos del suministro eléctrico. Apagados en invierno, sin brasero, en verano sin nevera, en mayo, sin lavadora, sin tele, sin secador, sin conectar el teléfono ni ver nada, que es peor.

Cortes de luz que interrumpen y dificultan la vida, pero que no importan mucho a quienes debe importar. Entre los afectados hay centros educativos del barrio, colegios donde los niños solían comer caliente, donde los niños y profes encendían la nevera, y tenían sus estufas para los días fríos.
Yo, a oscuras me desoriento; me pierdo si nada veo, no manejo las tinieblas, ni sé vivir sin la luz, sin que lo claro esté claro, sin poner blanco en lo negro. Y si me siento apagado, busco de nuevo encenderme, encender interruptores y volver a conectarme.

Aunque claro, para algunos, es mejor tapar los ojos, poner vendas, ocultar, echar tierra sobre aquello que prefieren ni saber para evitar el esfuerzo de cambiar. Yo entiendo que este problema, la falta de luz en Norte, implica muchos factores; que habrá quienes sean morosos, quienes no hayan instalado limitadores de potencia en su vivienda; entiendo también que algunos tendrán conexiones irregulares y otros no pagarán lo que deban.
Pero también entiendo otras cosas: que las subidas de precios en la factura de la luz han sido descomunales durante toda la crisis, y algo debería hacerse. En esto de la pobreza energética, así se llama ahora, cuentan los ingresos familiares, que últimamente han menguado para todos, y el coste de la factura, que por su parte, ha aumentado, a saber en qué cuantía.

Pero no era este el tema, que yo hablaba de esos muchos, mayoria, de vecinos que pagan cuantos recibos llegan, y no tienen suministro. Justos, digo, que pagan por pecadores. granadinos y granadinas que con sus derechos pisados que, después de muchos años de soportar apagones, han lanzado una campaña con eslogan, con protestas, y con marchas que deberían de servir para abordar tan descabellado asunto; para cambiar los tendidos, reparar instalaciones, revisar lo que ya falla, por viejo o defectuoso, porque lo engancharon mal, por cuestiones, las que sean, que solo la empresa conoce, y debería resolver.

Y no valen, de verdad, parches, remiendos ni emplastes provisionales. Que no se acepten rodeos, actuaciones puntuales, trabajos tecnicos rapidos, de los que seguir tirando tan solo por unos días, y luego, vuelta a empezar, de nuevo, el corte de luz, la noche metida en casa, y tirar la comida, que siempre se pone mala cuando apagan la nevera.
Que la situación es grave, o sino, cómo se sentiría cualquiera, harto de pagar facturas, sin más luz que las ventanas abiertas.

Yo propongo, y lo digo alto y claro, que se instalen unos días por allí, entre La Paz y Cartuja, los que deciden cortar todo el suministro eléctrico, y resuelven los hogares que se quedaron sin luz, las viviendas que tendrán televisión, y esas otras que, por distintas razones, se hundirán en las tinieblas.

Yo propongo, esto también lo propongo, que se sienten a una mesa a dialogar, que estudien caso por caso, que resuelvan inversiones de tipo más integral, que esbocen un plan de reparación, un proyecto que actualice y que revise las cuestiones globales y generales que deben de revisarse.

Y propongo, puesto ya a proponer, articular un sistema que estudiara las posibles exenciones en la factura eléctrica a familias vulnerables, o en su caso, ofreciera límites de potencia, pero sin cortes de luz a esos que hoy se encuentran en algunas situaciones de exclusión.

Porque vivir apagados es casi como no vivir; es quitar también la luz a quienes la necesitan más; descontarles total, apartarles ya del todo, porque a oscuras y en penumbras, ni los problemas se ven.


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Publicado con fecha 05/03/2018